El impacto de la sequía extrema en Bolivia durante 2024 ha dejado al sector agrícola en una de sus peores crisis en décadas. Según datos de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (ANAPO), la producción de granos cayó un 50%, pasando de 5,8 millones de toneladas en 2023 a apenas 2,9 millones este año. Esta reducción masiva afecta directamente a miles de agricultores y amenaza la estabilidad de toda la cadena productiva.
El presidente de ANAPO, Fernando Romero, calificó el año como uno de los más críticos en más de 30 años. “Las cifras hablan por sí solas. Estas pérdidas no solo reflejan un impacto productivo, sino también una disminución significativa en los ingresos de exportaciones y en los flujos económicos de la cadena agrícola”, afirmó. (El Deber)
Desglose de las pérdidas
Los números detallados revelan la magnitud de la crisis:
Trigo: de 136 mil toneladas en 2023 a solo 37 mil en 2024 (-72%).
Soya: caída de 3,2 millones a 2 millones de toneladas (-37%).
Girasol: de 185 mil toneladas a 102 mil (-45%).
Maíz: de 552 mil toneladas a 313 mil (-43%).
Sorgo: de 1,7 millones de toneladas a 478 mil (-72%).
Chía: una reducción drástica, de 6 mil toneladas a solo 1 mil (-82%).
Además, las exportaciones de soya, girasol y sus derivados disminuyeron un 36% entre enero y septiembre, cayendo de 1.497 millones de dólares en 2023 a 953 millones en 2024.
Factores agravantes
Aunque la sequía ha sido el principal factor, Romero señaló que otros problemas estructurales contribuyen a la crisis. Entre ellos destacan:
Inseguridad jurídica y avasallamientos: Romero denunció la ocupación ilegal de tierras agrícolas, calificándola como un delito que debe ser tratado con mayor severidad por las autoridades.
Falta de diésel oportuno: La escasez de este recurso crucial generó retrasos en las actividades agrícolas, lo que agravó las pérdidas en un año ya complicado.
Escasez de divisas: El encarecimiento de insumos agrícolas debido a la falta de moneda extranjera incrementó los costos de producción y redujo la rentabilidad.
“Los ciclos agrícolas no esperan, las lluvias no esperan. Hay que sembrar y cosechar a tiempo. Las pérdidas por retrasos pueden ser catastróficas”, enfatizó Romero.
Un año de lecciones
A pesar del panorama desalentador, Romero destacó que 2024 ha sido un año de aprendizaje. Recalcó la necesidad de fortalecer las capacidades de los productores mediante el uso de herramientas como la biotecnología, cuya aprobación inicial marcó un hito histórico.
“La biotecnología es un paso hacia el futuro. Nos permitirá ser más competitivos y garantizar una producción más resiliente ante condiciones climáticas adversas”, afirmó.
Romero cerró su evaluación llamando a trabajar en soluciones estructurales que permitan al sector agrícola enfrentar los desafíos climáticos y económicos, garantizando la sostenibilidad de este pilar fundamental de la economía boliviana.