Los avicultores de pollo enfrentan un escenario de gran incertidumbre tras el cierre de 27 centros de faena o mataderos avícolas, una medida tomada por el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag). Esta decisión se fundamenta en el incumplimiento de procedimientos de bioseguridad e inocuidad, lo que ha generado un fuerte impacto en la cadena de producción avícola, dado que muchos de estos centros aún se encontraban en proceso de adecuación a la normativa emitida por el organismo. El plazo para completar dichos ajustes concluyó en junio, y a pesar de los esfuerzos de los productores, varios mataderos no lograron cumplir con los requerimientos a tiempo, lo que resultó en su clausura.
Ante esta situación, los avicultores, liderados por la Federación Nacional de Avicultores de Pollo Parrillero (Avipar), expresaron su preocupación no solo por el impacto directo en su actividad, sino también por las posibles repercusiones en el abastecimiento de pollo a nivel nacional. Winston Ortiz, presidente de Avipar, explicó que la clausura de los mataderos limita la capacidad de evacuación de las granjas, impidiendo el flujo normal de la producción avícola. Esto significa que, al no poder faenar los pollos, no se podrán cargar nuevos pollitos bebés en las granjas, afectando tanto el ciclo productivo como la disponibilidad de carne de pollo para la población.
La falta de guías de movimiento para los mataderos en proceso de adecuación se ha convertido en un punto crítico para el sector. Ortiz advirtió que sin estos documentos, que son esenciales para el traslado de animales y productos avícolas, los productores no podrán continuar con su trabajo de manera regular. Esto podría derivar en una crisis de abastecimiento de pollo en los mercados, generando un alza en los precios y un desabastecimiento que afectaría directamente a los consumidores.
Como respuesta a esta situación, los avicultores se declararon en estado de emergencia y, en una medida de presión, bloquearon por algunas horas la carretera nueva a Cochabamba, a la altura del puente de la Amistad, en el norte de Santa Cruz. El bloqueo, aunque temporal, fue una clara señal del descontento del sector, que exige una solución inmediata por parte de las autoridades.
Ortiz también subrayó que la imposibilidad de vender el pollo terminado debido al cierre de los mataderos representa un riesgo para la seguridad alimentaria del país. La falta de lugares adecuados para faenar el pollo no solo genera un desequilibrio en la oferta, sino que podría provocar un aumento considerable en los precios del producto en los mercados. El dirigente avícola alertó sobre un posible desorden en el sistema de distribución de carne de pollo, lo que afectaría tanto a los productores como a los consumidores en un contexto de creciente demanda.
El impacto de estas medidas se extiende a productores de siete provincias de Santa Cruz, una de las principales regiones productoras de pollo del país. La clausura de los mataderos ha generado una paralización en la actividad avícola, con consecuencias que podrían prolongarse si no se encuentra una solución pronta y efectiva. Los avicultores instan a las autoridades a revisar la situación y permitir la reapertura de los centros de faena que están en proceso de adecuación, de modo que puedan continuar con su labor y evitar mayores afectaciones al sector y a la población.