En los últimos años, ha sido evidente una marcada disminución en la producción de maíz, llevando a los productores a tomar la decisión estratégica de optar por el cultivo de sorgo, reconocido por su fortaleza y resistencia. En un escenario donde las plagas y el factor climático representan amenazas crecientes, los productores reconocen la imperiosa necesidad de incorporar biotecnología para minimizar los daños al maíz, una medida esencial para contener el incremento en los costos de producción.
Freddy García, vicepresidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), proporciona una perspectiva valiosa al señalar que “los productores de gran envergadura han optado por abandonar la producción de maíz en las campañas de invierno, dirigiendo sus esfuerzos hacia la siembra de sorgo”. Este cambio estratégico se justifica por la mayor resistencia del sorgo a problemas como la sequía y enfermedades. García enfatiza la vulnerabilidad del maíz ante el gusano cogollero, subrayando las pérdidas económicas sustanciales y destacando la falta de aprobación de semillas mejoradas en maíz como un factor que eleva los costos de producción, motivando así la transición hacia el sorgo.
Los datos de la Asociación de Productores de Oleaginosas (Anapo) para la gestión 2023 revelan un crecimiento notable en la siembra de sorgo, con 595.525 hectáreas sembradas y una producción récord de 1.733.581 toneladas. Sin embargo, esta prosperidad ha desencadenado un nuevo desafío: la sobreproducción de sorgo ha conducido a una significativa disminución en el precio del grano, instando a los productores a solicitar al Gobierno la búsqueda de mercados externos para mantener la estabilidad económica del cultivo.
Desde la perspectiva de Mario Moreno, presidente de la Asociación de Productores de Maíz y Sorgo (Promasor), el factor climático emerge como un elemento determinante en la reducción de la superficie cultivada de maíz. “La alta exigencia de humedad en el campo para el maíz, combinada con la escasez de agua en algunas regiones en los últimos años, ha llevado a los productores a inclinarse hacia el sorgo, que requiere menos precipitación y tiene costos de producción más bajos que el maíz.”
Moreno destaca la situación financiera de los productores de maíz al revelar que el costo operativo es de Bs 65 el quintal, mientras que consideran un precio racional de Bs 75 el quintal. La persistente baja en los precios en los últimos años ha dejado a muchos productores desmotivados, incentivándolos a preferir la siembra de sorgo como una alternativa más rentable.
Los datos históricos proporcionados por la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) ofrecen una visión retrospectiva de la evolución del cultivo de maíz en el departamento de Santa Cruz a lo largo de la última década. Desde el pico en 2018 con 234.000 hectáreas cultivadas y una producción de 604.000 toneladas de maíz amarillo, la superficie cultivada ha experimentado una constante disminución. En el año 2023, se cultivaron 148.000 hectáreas de maíz, alcanzando una producción de 552.000 toneladas, mientras se estima una demanda interna del producto de aproximadamente 1.300.000 toneladas al año.
En este contexto, los productores de maíz subrayan la importancia crítica de la aprobación de semillas mejoradas como una medida esencial para minimizar los daños a sus cultivos. Su preocupación es clara: sin esta intervención, el área de maíz en Bolivia continuará en un preocupante decrecimiento, planteando desafíos tanto para la estabilidad económica de los agricultores como para la seguridad alimentaria del país.