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Frerking: “Lo decía muy claro: sin diésel no hay comida para este 2025”

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Frerking: “Lo decía muy claro: sin diésel no hay comida para este 2025”

La Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) se encuentra en espera de una comunicación oficial por parte del Gobierno que confirme la reunión en la que se analizará la delicada situación que enfrenta el sector debido a los problemas de distribución de diésel. La escasez de este recurso ha puesto en jaque la siembra de cultivos esenciales para el abastecimiento alimentario del país, según manifestó el vicepresidente de la CAO, Klaus Frerking. En un contexto donde el tiempo apremia, Frerking alertó que la falta de diésel pone en riesgo no solo la producción de alimentos, sino también la seguridad alimentaria y el abastecimiento de las mesas bolivianas en 2025. “Está en riesgo la comida, está en riesgo la seguridad alimentaria, está en riesgo el futuro de las mesas bolivianas y de toda una cadena productiva”, enfatizó.

Frerking explicó que el sector necesita sembrar, como máximo, el 90% de su área cultivable antes del 30 de diciembre, y subrayó que el combustible es fundamental para llevar a cabo esta labor en el plazo requerido. “Lo decía muy claro: sin diésel no hay comida para este 2025”, puntualizó. También destacó la importancia de Santa Cruz como pilar de la seguridad alimentaria nacional, señalando que el departamento aporta el 77% de los alimentos que componen esta cadena. Sin acceso al diésel necesario para las labores agrícolas, las actividades de siembra podrían retrasarse, afectando la producción de soya, maíz, sorgo y otros cultivos básicos.

El directivo de la CAO enfatizó que el sector cuenta con un límite de tiempo estricto para cumplir con la siembra en su totalidad. Actualmente, unas 1.200.000 hectáreas dedicadas a la producción de soya están en riesgo debido a la falta de combustible. A esta superficie se suman 300.000 hectáreas adicionales correspondientes a cultivos como maíz, sorgo y otros productos agrícolas de gran importancia para la economía del país y el sustento de la población. Frerking detalló que, sumadas estas hectáreas y considerando la campaña de invierno que termina en noviembre, el área total que se encuentra comprometida supera los 2 millones de hectáreas. Esta situación, advirtió, requiere atención urgente y la implementación de soluciones efectivas para evitar un colapso en la producción agrícola nacional.

En respuesta a esta crisis, el sector agropecuario, junto con la Cámara de Transporte del Oriente y la Asociación Departamental de Gremiales de Santa Cruz, presentó una solicitud formal ante Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) para liberar la importación y comercialización de combustibles. En una carta dirigida al presidente de YPFB, Armin Dorgathen, los sectores plantearon una propuesta que, según Frerking, “es clara y viable”. La propuesta establece un sistema mixto en el cual el Gobierno continúa importando combustible subvencionado para el consumo general, mientras que se autoriza a los privados a importar diésel de manera directa, permitiendo su comercialización en el mercado nacional.

Frerking subrayó que, aunque actualmente algunas empresas privadas importan combustible para su propio consumo, el proceso enfrenta dificultades debido a la burocracia. El pedido de la CAO y los otros sectores busca que esta importación se amplíe para incluir a empresas que puedan abastecer a los productores agrícolas y garantizar la disponibilidad de diésel en los momentos críticos del ciclo agrícola. “Lo que proponemos es que grupos empresariales privados comiencen a traer combustible directamente, de modo que podamos asegurar esta seguridad energética, sembrar, producir alimentos para todos los bolivianos y mantener las exportaciones”, detalló el vicepresidente de la CAO.

La CAO y los sectores productivos esperan que el Gobierno brinde una respuesta rápida y efectiva a esta solicitud, ya que, de no resolverse la situación, la escasez de diésel podría derivar en graves consecuencias para la producción de alimentos, generando una crisis que impactaría tanto en el mercado interno como en las exportaciones agrícolas de Bolivia.