La crisis por la escasez de combustible ha alcanzado un punto crítico en las zonas agrícolas del país, donde el suministro insuficiente de diésel amenaza con paralizar la producción y pone en riesgo la seguridad alimentaria nacional. Campos enteros de soya que están listos para ser cosechados corren el riesgo de perderse si no se cuenta con el combustible necesario para movilizar las maquinarias agrícolas. La situación, que afecta tanto a pequeños como grandes productores, no solo pone en peligro la cosecha de invierno, sino que compromete la siembra de la próxima temporada, un aspecto fundamental para mantener el abastecimiento de alimentos en el país.
Fernando Romero, presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), expresó su profunda preocupación ante este escenario: “El balance es simple: si no hay diésel, no va a haber producción; y si no hay producción, no hay comida”. Para Romero, la situación es una amenaza inminente para la economía y la seguridad alimentaria de millones de personas, pues el sector productivo depende del combustible para realizar todas sus actividades. La falta de diésel no solo detiene la cosecha de soya, que representa un ingreso importante de divisas y empleos, sino que también interrumpe la provisión de insumos clave para otras cadenas productivas, como la alimentación animal y la industria del aceite.
En zonas rurales y productivas, los agricultores enfrentan la misma dificultad que los ciudadanos en las ciudades, haciendo largas filas en los surtidores en busca de combustible. A menudo deben recorrer distancias considerables para intentar abastecerse, pero sin garantías de encontrar lo necesario para mantener operativas sus maquinarias. Esta situación ha generado preocupación y frustración entre los productores, quienes aseguran que, de no tomarse medidas inmediatas para solucionar el problema, el impacto en la agricultura será devastador.
El ciclo agrícola sigue su curso, y el país enfrenta dos momentos cruciales en la producción: la cosecha de invierno, actualmente paralizada por la falta de diésel, y la siembra de verano, que debería realizarse en los próximos dos meses. Romero advirtió que de no asegurar el combustible a tiempo, se perderán ventanas de siembra clave y, con ello, la oportunidad de abastecer los mercados en el próximo año. “Las lluvias ya están llegando y si no sembramos ahora, la consecuencia será la escasez de alimentos y precios altos que afectarán a las familias”, agregó. (Unitel)
Demetrio Pérez, vicepresidente de la Cámara Agropecuaria de Pequeños Productores del Oriente (Cappo), se refirió a la situación actual de la cosecha de soya de invierno, que solo ha alcanzado un 5% de avance debido a la falta de diésel. Según Pérez, algunos grandes productores pueden acceder a combustible a precios elevados, pagando hasta 9 bolivianos por litro, pero para la mayoría de los agricultores medianos y pequeños, esa opción no es viable. “En el norte no se puede cosechar porque no tenemos combustible; las máquinas están paradas, el transporte está parado, y tampoco se puede preparar los suelos para la próxima siembra porque los tractores están detenidos”, lamentó el dirigente.
El riesgo de pérdida de las cosechas aumenta con cada día que pasa sin una solución. Pérez advirtió que si no se logra cosechar antes de las próximas lluvias, muchas hectáreas de soya podrían perderse, con un efecto devastador para el sector y para el abastecimiento interno de alimentos. “Se nos vienen días difíciles”, concluyó, al señalar la urgencia de implementar medidas inmediatas que permitan a los agricultores acceder al diésel necesario para continuar con sus labores y salvaguardar así la producción agrícola del país.