Los productores agrícolas se enfrentan a una campaña de invierno desafiante tras sufrir pérdidas económicas significativas durante la campaña de verano. Esta situación ha dejado a muchos con escaso capital para invertir en la siembra de cultivos invernales, agravada por condiciones climáticas desfavorables que han retrasado las lluvias necesarias en varias zonas.
Jaime Hernández, gerente general de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), subrayó que a pesar de estos contratiempos, los agricultores están comprometidos a sembrar trigo, maíz, sorgo, girasol, chía y soya en diversas regiones productivas del país. La superficie proyectada para estos cultivos supera las 700,000 hectáreas, con estimaciones específicas como 400,000 hectáreas de sorgo, 90,000 de trigo, 140,000 de girasol, 70,000 de maíz y 15,000 de chía. Si se incluye la soya de invierno, se alcanzaría un total de 1.1 millones de hectáreas para la campaña de invierno de 2024.
“El cumplimiento de estas proyecciones dependerá en gran medida de las precipitaciones que generen la humedad necesaria para la siembra”, explicó Hernández, destacando la importancia crucial de las condiciones climáticas para el éxito de la temporada agrícola.
Los productores también expresan preocupación por la disponibilidad de semillas adecuadas. Hernández mencionó que están coordinando con expertos de Asosemillas e Iniaf para evaluar la producción de semillas de soya, especialmente después de las recientes adversidades climáticas que impactaron los campos semilleros.
En cuanto a la campaña de verano, Hernández informó que la cosecha de soya está cerca de concluir, con un avance del 95% y un rendimiento promedio de 1.4 toneladas por hectárea. Sin embargo, se estima que la sequía podría haber reducido la producción en al menos 800,000 toneladas de soya, subrayando los desafíos persistentes que enfrenta el sector agrícola en Bolivia.