En la próspera región de Santa Cruz, la estabilidad climática persiste gracias a las sutiles perturbaciones causadas por la danza armoniosa entre el calor y la humedad, desencadenando ocasionales chaparrones y tormentas que danzan en perfecta armonía con la naturaleza. El céfiro, dirigido por el maestro José María Rodríguez, nos susurra noticias de un “viernes templado con termómetros que oscilan entre los 30 y 32 grados”, tejiendo un ambiente cálido y húmedo que acaricia la piel. A medida que el fin de semana despliega su lienzo, la inestabilidad se convierte en un elemento poético, con chaparrones y vientos juguetones que danzan en la tarde. El lunes, como una sinfonía que toma un nuevo rumbo, un frente frío se desliza silenciosamente, bajando las temperaturas y marcando una máxima de 28 grados. La melodía climática culmina el “miércoles 6 con el regreso de las lluvias”, pintando la región con tonos frescos y revitalizantes.

Mientras tanto, en el pintoresco Beni, la naturaleza se manifiesta con una gracia única. El sábado y domingo despliegan su majestuosidad con “máximas que oscilan entre 30 y 32 grados”, creando un telón de fondo perfecto para la comunión con la tierra. Se espera que tormentas y chaparrones aislados adornen el escenario, elevando la belleza de la región. El lunes, un frente frío se avecina, marcando un cambio en la partitura climática. Sin embargo, la naturaleza en Beni, siempre resiliente, abraza cada variación con gracia y encanto, recordándonos la danza eterna de las estaciones y la belleza que se revela en cada cambio.